El marco perfecto. El sello imponente de la naturaleza me confería la eventualidad de apropiarme de aquello. Una eterna tarde deseando registrar aquél cerco. Un río vecino que ideaba la unidad. La ribera del uruguayo Carmelo. Cierto gentío proyectando ruidos para hacerse oír. La música que retumbaba en el ocaso. La estrella que se dejaba seducir por la noche.
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