sábado, 16 de junio de 2012

Carmelo





El marco perfecto. El sello imponente de la naturaleza me confería  la eventualidad de apropiarme de aquello.  Una eterna tarde deseando registrar aquél cerco. Un río vecino que ideaba la unidad. La ribera del uruguayo  Carmelo. Cierto gentío proyectando ruidos para hacerse oír. La música que retumbaba en el ocaso. La estrella que se dejaba seducir por la noche.

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